Sábado noche en Berlín

Después de cenar, tortilla de patatas y vinito, decidimos salir a disfrutar de la noche berlinesa.

Terminamos en una squatter house llena de personajes indescriptibles (es lo que tiene irse a Berlín...) escuchando música tecno (que ni de lejos esta dentro de mis gustos) así que aproveché para tomarme una cerveza en uno de los sofás. Allí estaban sentados dos chicos que habian salido cono nosotros y que aun no había tenido la oportunidad de conocer. Uno de ellos era coreano, de nombre impronunciable, y el otro era un chico catalán llamado Jordi. Empezamos a charlar animadamente y, de buenas a primeras, me quede sola con el español. El era un trotamundos, cuyo única ocupación en la vida es saltar de continente a continente y de vez en cuando regresar a casa a recaudar dinero para poder emprender otro de sus viajes.Me pareció un tipo interesante, comprometido con varias causas benéficas, hablaba dos idiomas y se expresaba con la madurez que te otorga vivir fuera de tu circulo. A esto hay que añadir que me sacaba 5 años. tenia 31. El caso es que estuvimos hablando durante al menos un par de horas mientras el resto intentaban moverse al ritmo de la ¿música?. Por mi parte, la única intención era conocer a alguien nuevo,alguien a quien escuchar y, para mas inri, en castellano!!! Pero a medida que la música se hizo mas estridente y la conversación se torno mas intima, empezó a hablarme cerca del oído y al final, me besó.

En ese instante me acorde de un capitulo de Tweety en el que se le enciende una alarma encima de su cabecita donde ponía "Danger, danger". Y rápidamente me retiré.Mi cabeza se empezó a llenar de preguntas. No sabía que estaba haciendo, ni si me quería dejar llevar (evidentemente por mi reacción, no). Tampoco sabía como habíamos llegado a este punto del beso, es que acaso yo lanzo señales que se pueden malinterpretar? Incluso pensé en Alex, le estaba poniendo "los cuernos"? Demasiadas preguntas que me impedían disfrutar del momento, así que me levanté a pedir una cerveza y ahí terminó nuestro conato de intimidad.

Nunca más entraré en un garito donde odie la música...